En Ecología UPS estamos haciendo hincapié en la importancia que tiene cuidar nuestro medio ambiente todo lo que nos sea posible, tratar de evitar la contaminación para que todos los seres vivos puedan disfrutar de un planeta más limpio. Sabemos que la ecología es primordial pero hoy nos cuestionamos: ¿por qué ser ecologistas?
En realidad, estamos pensando en la alimentación de los seres humanos. Hace un tiempo atrás, habíamos mencionado cierta información proveniente de productores ecologistas de Andalucía que explicaban cuál es el aporte de los alimentos al calentamiento global. No obstante, no es necesario ser un productor ecologista para comprender la importancia de los alimentos ecológicos.
La mayoría de los consumidores se sienten más que felices de comprar productos “verdes”. En un estudio reciente realizado por Shelton Group, el grupo descubrió que los consumidores que compran productos ecológicos, al menos ocasionalmente, lo hacen más pensando en el dinero que gastarán sabiamente que en contribuir a mejorar el medio ambiente.
Un reciente estudio británico afirma que los alimentos orgánicos no son más nutritivos que los alimentos cultivados de modo tradicional. Pero esto no es lo que hace a la cuestión. Si se quiere minimizar la exposición a los pesticidas y ahorrar dinero, ya es sabido que los productos que llevan la etiqueta ecológica serán siempre más saludables. Especialmente, cuando nos referimos a frutas y a hortalizas que son las que poseen mayor cantidad de residuos de pesticidas. Algunos de estos productos son: melocotones, manzanas, pimientos dulces, apio, fresas, cerezas, col, lechuga, uvas (importadas), zanahorias y peras.
Los productos más limpios (o por lo menos, aquellos que contienen menos residuos de pesticidas) son cebollas, aguacates, maíz dulce (congelado), piñas, mangos, espárragos, arvejas (congeladas), kiwi, coles, berenjenas, papayas y sandías.
Ya sólo con pensar en los beneficios de una alimentación saludable tenemos un buen motivo para ser ecologistas. Por supuesto, motivos hay muchos más que ya iremos comentando.
A continuación vamos a explicar algo relacionado con la ecología, pero desde un punto de vista técnico. A la hora de escribir y leer sobre este apasionante tema, sobre el medio ambiente y el mundo de la ecología, es bueno saber que significan los diferentes términos en los que nos movamos. Como en este caso, el de factores abióticos de la ecología.
La ecología trata la interacción entre los organismos y su ambiente físico. Entre los factores que favorecen esta interacción, están los abióticos y los bióticos.
Los factores abióticos serían los distintos componentes que determinan el espacio físico en el cual habitan los seres vivos; entre los más importantes, podemos encontrar:
el agua
la temperatura
la luz
el pH
el suelo
los nutrientes
la luz es de los mas importantes factores para que se desarrollen vida en nuestro planeta, este es un factor abiótico sumamente importante.
La energía luminosa es aprovechado por las plantas en forma de fotosíntesis, es esencial para su vida.
No obstante, en orden de importancia, también tendríamos el agua. Este factor abiótico también es sumamente importante para la vida en la tierra, sobre todo para los animales. Todos sabemos además, que el ser humano está compuesto de un 75% de agua aproximadamente.
La temperatura supone sin embargo, una herramienta útil para el organismo ectodérmicos (peces, anfibios, reptiles, etc……). Las plantas utilizan también mucho calor para adaptarse al proceso de fotosíntesis.
La ecología, por su carácter multidisciplinar, se ve obligada a estudiar muy detenidamente la interacción entre los factores bióticos y abióticos. Se trata de una forma de saber los diferentes datos que pueden hacer que cambien los climas, y la biodiversidad por tanto se vea inevitablemente afectada.
A continuación, voy a explicar un termino que lleva algún tiempo utilizándose entre los medios mas concienciados con el medio ambiente, entre los temas mas recurrentes a la hora de hablar de ecología y desarrollo de producción. Se trata del termino ecoeficiencia.
La ecoeficiencia se basa en crear más bienes y servicios utilizando menos recursos y creando menos basura y polución. Este termino fue acuñado por el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) en su publicación del año 1992 “Changing Course”.
Según esta publicación, de WBCSD, la ecoeficiencia se alcanza mediante la distribución de “bienes con precios competitivos y servicios que satisfagan las necesidades humanas y brinden calidad de vida a la vez que reduzcan progresivamente los impactos medioambientales de bienes y la intensidad de recursos a través del ciclo de vida entero a un nivel al menos en línea con la capacidad estimada de llevarla por la Tierra."
Por lo tanto, podemos decir que los aspectos fundamentales que encierran la ecoeficiencia son los siguientes:
Una reducción en la intensidad material de bienes y servicios;
Una reducción en la intensidad energética de bienes y servicios;
Dispersión reducida de materiales tóxicos;
Reciclabilidad mejorada;
Máximo uso de recursos renovables;
Mayor durabilidad de productos;
Intensidad de servicio aumenta de los bienes y servicios.
Tenemos que recalcar que este enfoque fue creado principalmente para que la empresa apoye al desarrollo sostenible, de tal manera que se vuelva mas competitiva, innovadora y sobre todo mas responsable con el ambiente.
Por supuesto, en el terreno de las empresas, cuando se trata de innovar y de inventar conceptos y promesas, todo esta permitido. Tenemos que seguir recordando que nunca se hace un esfuerzo suficiente para salvar el medio ambiente, y que todo esto tendría que ser ponerse en practica sin ningún problema, cosa que hasta ahora ha costado bastante.
Los grupos humanos primitivos no vivían en lugares fijos; se trasladaban de un sitio a otro en búsqueda de agua y alimentos hasta que comenzaron a cultivar la tierra, actividad que les exigía establecerse en forma, al menos, temporaria.
Las posibilidades que brindaba la agricultura, las necesidades propias de la organización de los recursos disponibles los impulsaron a agruparse en conglomerados. Así surgió la ciudad como un núcleo de población aislado en territorios muy vastos y despoblados.
La ciudad medieval
Durante la Edad Media, las ciudades se constituían alrededor de castillos feudales. Pero a medida que los centros urbanos crecían gracias al desarrollo económico, sus habitantes se asociaban para defender sus derechos y obtener privilegios políticos. En esas ciudades tradicionales las casas se construían una junto a otra, con calles muy angostas y una plaza donde se concentraba el comercio. Las plazas fueron poblándose por artesanos independientes que dieron origen a una nueva clase social denominada burguesía. El hecho de que las ciudades se constituyeran en centros de comercio hizo posible también su crecimiento económico y cultural.
Los adelantos técnicos, la creciente necesidad de mano de obra en la industria, el progreso de la medicina y la sanidad y la creación del transporte público determinaron que en los últimos trescientos años, y en especial a partir del siglo XIX, comenzara un desarrollo vertiginoso de los conglomerados urbanos. En 1800, vivían en ellos 50 millones de personas; en 1994, 1.500 millones.
La ciudad central y su periferia constituyen un área metropolitana o urbana. En el gráfico se consignan las más densamente pobladas del mundo.
Los problemas de la gran ciudad
El crecimiento acarrea enormes inconvenientes. La calidad de la vida en las ciudades se ha deteriorado seriamente. La superpoblación, la deficiente eliminación de desechos y la polución -industrial y por la circulación de vehículos- convierten a las grandes ciudades en los principales centros de contaminación del planeta.
El crecimiento y la concentración de la población mundial son cada vez mayores.
Cada año se producen noventa millones de nacimientos; en un segundo nacen tres niños: dos de ellos vivirán en condiciones de pobreza.
Otra amenaza es el surgimiento de los desplazados por problemas ecológicos: 100 millones de personas se han visto obligadas a emigrar en los últimos años, por vivir en áreas expuestas a condiciones climáticas adversas y que casi no proporcionan recursos para la subsistencia.
Contaminación y marginación
Las ciudades consumen cantidades enormes de energía y de recursos, y generan toneladas diarias de residuos industriales y domésticos.
Los procedimientos comunes para la eliminación de los mismos han sido el vertido en ríos y mares, el entierro para rellenar terrenos bajos y la incineración. En casi todos los países subdesarrollados se eliminan los desechos de esa forma. Sin embargo, son prácticas altamente contaminantes de las napas, las aguas superficiales y la atmósfera.
Un problema especial es el que presentan las no biodegradables. Se llama así a ciertos materiales que no pueden ser descompuestos rápidamente por la acción de los organismos vivos, como las bacterias. Son no biodegradables ciertos detergentes, los plásticos y los plaguicidas organoclorados. En las ciudades, los plásticos son los que ocasionan mayores inconvenientes pues se emplean en cantidad en envases y embalajes. Estos materiales perduran por mucho tiempo en el ambiente, resulta muy difícil reciclarlos y, por otra parte, si se los incinera generan dioxinas, compuestos de gran toxicidad. Este problema podría ser solucionado mediante la utilización de nuevos plásticos autodegradables y el incremento del porcentaje de reciclado.
El tránsito también genera contaminación por la emisión de gases nocivos de los automotores, y polución auditiva por el intenso ruido.
En muchas ciudades, la valorización económica de los terrenos ha aumentado notablemente. Aunque se considera los espacios verdes como una necesaria condición de equilibrio en toda ciudad moderna, muchas de las más populosas han perdido el cinturón verde que antes las rodeaba, para dar espacio a barrios de viviendas, fábricas, depósitos, aeropuertos y supermercados.
En muchos países, la migración a las ciudades es consecuencia de las difíciles condiciones de vida que imperan en las áreas rurales. Surgen así barrios marginales con carencias en infraestructura sanitaria y asistencial. Se estima que en las ciudades de América latina y Asia, del 50 al 75% de la población se encuentra en esas condiciones.
La Organización Mundial de la Salud ha calculado que más de 100 millones de personas viven en las calles de las ciudades más pobladas del planeta, subsistiendo gracias a basurales y vertederos.
Los desastres ecológicos, la deforestación y otras consecuencias de la acción humana provocan daños en la cadena trófica. Sin embargo, en el mundo actual la extinción de especies animales no está tan directamente relacionada con la escasez de alimentos o la contaminación, como con acciones violentas directas (la caza no reglamentada y el comercio ilegal de especies salvajes) o indirectas (la introducción de especies exóticas, en determinados ambientes, que compiten por uno o más recursos con individuos nativos o ya adaptados al lugar).
En todo el mundo gobiernos y entidades no gubernamentales de distintos países realizan grandes esfuerzos para despertar conciencia sobre la gravedad de esta situación. Algunos de estos esfuerzos se canalizan a través de leyes que regulan los períodos de caza y pesca, establecen el número máximo de piezas que está permitido cazar, protegen a las especies en los períodos de apareo y desove y establecen reservas adecuadas de vida natural. Sin embargo, los controles ideados hasta el presente son insuficientes a la hora de detener el creciente deterioro de la vida silvestre.
Hay industrias montadas sobre la caza indiscriminada de especies valiosas y la captura de ejemplares vivos para su comercialización en forma clandestina. Nutrias, osos, castores, focas, leopardos, visones, martas, astracanes, armiños, zorros y chinchillas van a parar a manos de peleteros de todo el mundo que comercializan unos 15.000.000 de pieles al año. Mientras tanto, unos 10.000.000 de pieles de reptiles entran en el circuito de la marroquinería.
Peces, ardillas, armadillos, monos, loros, camaleones y aves coloridas, son capturados sólo para ser vendidos a personas que gustan de mascotas exóticas, a pesar de que muchos de ellos mueren durante el transporte o en las viviendas de sus compradores.
Estadísticas recientes dan cuenta que unos 5.000.000 de aves y 500.000.000 de peces ornamentales llegan a manos de coleccionistas y aficionados.
Se calcula que en el reino animal hay unas 700 especies al borde de la desaparición y 2.300 seriamente amenazadas en todo el planeta. Unos 50 millones de primates al año son utilizados en investigaciones de laboratorio o capturados para su venta como mascotas. Sólo en Estados Unidos ingresan anualmente treinta millones de animales en calidad de mercancía, provenientes de Brasil, México y países africanos. El tráfico ilegal de animales mueve más de 4.000 millones de dólares por año, sólo superado por el contrabando de armas y el narcotráfico.
Especies en peligro
En 1973 se firmó el primer tratado internacional que ponía límites a la caza y la pesca indiscriminadas, y al comercio ilegal de animales. Ciento veintiséis países han adherido a ese tratado, pero los estragos continuaron. Las especies más amenazadas podrían desaparecer en las primeras décadas del siglo XXI. Las cifras que manejan los especialistas son impresionantes: del tigre de Siberia, capturado por su piel, quedan unos 200 ejemplares.
El cocodrilo del Nilo afronta peligro inminente de extinción. Viven en libertad unas 150 parejas del águila imperial ibérica, y están en serio peligro las tortugas marinas, un lujo de coleccionistas.
En las elevaciones de África sólo sobreviven 600 gorilas de montaña, y hay unos pocos más en zoológicos o institutos de antropología. El guacamayo escarlata es codiciado en Estados Unidos por su belleza e inteligencia. En Australia, es probable que haya desaparecido el lobo marsupial; el último ejemplar fue visto hace más de diez años.
¿Cómo ha sido posible semejante nivel de destrucción? Las explicaciones saltan a la vista. El panda gigante, no en vano consagrado como el símbolo internacional de las especies en extinción, es cazado por su piel y para su exhibición en zoológicos; se cree que no quedan más de 1.000 en libertad. En el Japón puede llegar a pagarse hasta 50.000 dólares por un ejemplar.
En 1990 se prohibió totalmente la caza de elefantes en todos los países de África; sin embargo, se siguen matando 70.000 ejemplares anuales, de cuyos colmillos se extraen menos de 1.000 toneladas de marfil.
Si los rinocerontes se extinguen, ello se deberá a una serie de supersticiones y creencias de algunos pueblos orientales: el cuerno pulverizado de este animal es considerado un poderoso afrodisíaco. Por este motivo, casi ha desaparecido esta especie de las islas de Java y Sumatra, y de la India. En África había unos 65.000 ejemplares negros en la década de 1970; en la actualidad quedan apenas 2.000. Otro tanto pasa con el rinoceronte blanco: su desaparición es inminente.
Compitiendo por recursos
Los animales no sólo están amenazados por la caza y la captura indiscriminadas. Muchas poblaciones afrontan serios problemas en su propio hábitat, motivados por la introducción de especies exóticas que comienzan a competir con los ocupantes originarios de un determinado nicho ecológico.
Desde los Estados Unidos fueron introducidos visones en varios países de Europa, y tras su presencia se redujo drásticamente la población de nutrias.
En Australia se hicieron sueltas de conejos para satisfacer los deseos de cazar de los colonos, sin tener en cuenta que no había predadores naturales para esa especie tan prolífica. La población de conejos creció tan espectacularmente que se convirtieron en plaga de la agricultura.
Entonces se importaron zorros, con el fin de controlar a los conejos, pero disminuyó en forma alarmante el número de marsupiales nativos, con los cuales los zorros compiten.
Apicultores brasileños importaron abejas africanas para mejorar la calidad de la miel; lo lograron, pero la nueva variedad surgida muestra suma agresividad hacia el hombre y los animales.
También en Sudamérica
Los tres factores que agravan el problema de la extinción de animales -caza, captura e introducción de especies exóticas- se dan en la fauna sudamericana. En el chaco, la deforestación de las selvas y los bosques, la cacería indiscriminada y la introducción de especies exóticas llevaron al borde de la extinción al puma, al yaguareté, al tatú carreta, al yacaré y a muchas variedades de pájaros y peces.
En la Patagonia, el hábitat del huemul fue invadido por ciervos europeos y las maras o liebres nativas fueron desplazadas por las de origen europeo.
En los mares del sur buques factoría, provenientes en su mayoría del Japón y otros países orientales, practican la pesca clandestina.
Uno de los animales más cotizados por su utilidad para las industrias cosmética, alimentaría y farmacológica es la ballena. En la actualidad se organizan importantes campañas internacionales destinadas a revertir su desaparición.
Los bosques desempeñan un rol fundamental en la protección y evolución de los suelos. Además constituyen un importante factor de control climático.
A través de los siglos se han acumulado pruebas de que la intervención humana puede producir innumerables daños en la tierra, el agua y el aire.
Una de las formas que asume esa intervención, la deforestación, ha afectado seriamente a los bosques del planeta. Hace unos 10.000 años -es decir, antes del comienzo de la agricultura- ese tipo de bioma se extendía sobre unos 4.200 millones de hectáreas, las dos terceras partes de la superficie terrestre. Hoy, en extensas regiones de Asia, Europa y América del Norte los bosques naturales han desaparecido, y la deforestación amenaza al más extenso de los que quedan, la selva amazónica.
La deforestación, que consiste en la destrucción de bosques por tala o quemado, va acompañada por el progreso tecnológico, que a su vez plantea nuevos y más graves problemas.
El fuego y la necesidad de habilitar tierras para la agricultura y el pastoreo arrasan con grandes espacios forestales, pero en el largo plazo los suelos resultan erosionados y empobrecidos por la ausencia de vegetación natural protectora del medio.
En América había grandes extensiones boscosas a la llegada de los españoles. La acción de tecnologías cada vez más destructivas, hizo que en la actualidad sólo una pequeña parte del territorio esté cubierta por bosques. El resto fue talado para obtener leña y maderas de construcción y para la fabricación de muebles, o lisa y llanamente quemado para desmontar tierras que pudieran ser empleadas en la producción agrícola. De ese modo, poblaciones completas de ciertas especies se redujeron considerablemente.
Otros árboles sirvieron como combustible en hornos de fundición de minerales. Los quebrachales del chaco fueron destruidos para aprovechar el tanino, sustancia empleada en el curtido de cueros. A comienzos del siglo XX la zona sur de esta región comenzó a cambiar su fisonomía boscosa, para convertirse en una tierra yerma y despoblada.
En estos tiempos, el peligro más serio es el que amenaza a la Amazonia. Esta región selvática, bañada por el río Amazonas y sus afluentes, cuenta con una cuenca de más de siete millones de km2, en territorios de Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador y las Guayanas.
Desde la irrupción de los colonizadores europeos hasta 1970 había sido deforestado el 0,5% de la selva amazónica; desde ese año hasta 1991 se llegó al 10% (unos 700.000 km2). Las tierras se destinan, en general, a la explotación agropecuaria o la búsqueda de petróleo y la extracción de minerales, y la futura construcción de la gran carretera transamazónica, de 3.000 km. de longitud. Está previsto que para el año 2020 habrán sido levantadas 78 represas, que inundarán 100.000 km2 de territorio.
En este verdadero pulmón del planeta conviven 80.000 especies vegetales; 30.000 animales: el 50% de la biodiversidad (número de especies que habitan en una determinada región) de que dispone la Tierra. Muchas de esas formas de vida corren ahora serios peligros, por la creciente destrucción de sus hábitats.
Los destinos que se le da a la madera extraida de un bosque son innumerables: desde su uso como leña hasta barcazas, pipas o instrumentos musicales que, para su fabricación, requieren especies determinadas.
La deforestación crea nuevos desiertos
La presencia del bosque determina un intercambio constante de dióxido de carbono y oxígeno entre los organismos vivos y la atmósfera. Las plantas consumen el dióxido de carbono y liberan oxígeno; cuando mueren, ocurre lo contrario.
La desaparición de bosques, por otra parte, afecta el ciclo del agua, necesario factor de equilibrio del clima y los cambios atmosféricos.
La deforestación modifica los procesos de evaporación y el régimen de lluvias, con cambios climáticos inmediatos que repercuten sobre las posibilidades de supervivencia de gran cantidad de especies, en apariencia no afectadas en forma directa.
La quema anual de 13.500 km2 de bosque tropical, para transformar el terreno en áreas de cultivo o pastoreo, lleva a la desertización. Se llama así al proceso por el cual un territorio que no tenía las características climáticas de los desiertos naturales termina por adquirirlas, a causa de la destrucción de su cubierta vegetal y de la erosión.
Como consecuencia de ello los suelos se empobrecen y las partículas más pequeñas se vuelan por el viento, o bien escurren con las lluvias.
El suelo fértil y productivo, que necesita cientos de años para formarse, es también inestable.
Para mantener la cohesión y firmeza de sus partículas, requiere de las plantas y especialmente de sus raíces. Y si las plantas son taladas, la erosión debida al agua y al viento deja pronto al descubierto la roca viva que, sólo tras el paso de muchísimos años, podrá volver a ser aprovechada por los vegetales.
En suma, tanto la agricultura como los caminos, las represas y los asentamientos humanos son necesarios; y en territorios nuevos, no pueden hacerse sin deforestar. Pero la eliminación de especies arbóreas no debe exceder ciertos límites; si no existen planes de reforestación racionales, esa intervención sobre el ecosistema tendrá consecuencias gravísimas para la cadena alimentaría y para la vida misma.
Los viveros especializados proveen de pequeños árboles tanto a a la actividad forestal como a las áreas de forestación que los gobiernos establecen para evitar la desa-parición de los bosques.
Tanto los derrames de petróleo como los incendios forestales afectan gravemente las cadenas tróficas de los ecosistemas.
La contaminación con plaguicidas, los derrames de petróleo en el mar, los peligros de la radiación nuclear y los incendios forestales amenazan a los ecosistemas de la Tierra. Es esencial para la defensa de la vida en el planeta que se difundan y analicen los errores que han llevado a situaciones de grave daño ecológico.
Los derrames de petróleo
Una de las mayores causas de la contaminación oceánica son los derrames de petróleo. El 46% del petróleo y sus derivados industriales que se vierten en el mar son residuos que vuelcan las ciudades costeras. El mar es empleado como un muy accesible y barato depósito de sustancias contaminantes, y la situación no cambiará mientras no existan controles estrictos, con severas sanciones para los infractores.
El 13% de los derrames se debe a accidentes que sufren los grandes barcos contenedores de petróleo, que por negligencia de las autoridades y desinterés de las empresas petroleras transportan el combustible en condiciones inadecuadas. En los últimos años, algunos de los más espectaculares accidentes fueron el del buque-tanque Valdés de la Exxon, ocurrido frente a las costas de Alaska el 24 de marzo de 1989, y el del petrolero Mar Egeo, el 3 de diciembre de 1992, frente a la entrada del puerto de La Coruña, en España. Otro 32% de los derrames proviene del lavado de los tanques de los grandes buques que transportan este combustible.
Los derrames ocasionan gran mortandad de aves acuáticas, peces y otros seres vivos de los océanos. Esto altera el equilibrio del ecosistema y modifica la cadena trófica. En las zonas afectadas, se vuelven imposibles la pesca, la navegación y el aprovechamiento de las playas con fines recreativos.
Los escapes nucleares
Ciertas sustancias propagan energía al desintegrarse sus átomos, y también el calor residual -persistente durante años- que generan. Ese fenómeno, conocido como radiactividad, es particularmente intenso en el caso del plutonio.
En la actualidad, 436 centrales nucleares instaladas en 34 países producen el 16% de la electricidad mundial. Algunos países, como los Estados Unidos, presionados por el terrible accidente de Chernobyl, han anulado los proyectos de construcción de nuevas plantas nucleares.
La explosión registrada en Chernobyl el 26 de abril de 1986 liberó gran cantidad de radiactividad. La nube que se formó se desplazó a otros países, por la acción de los vientos. La zona más contaminada comprendió unos 260.000 km2 de las ex repúblicas soviéticas de Ucrania, Rusia y Belarús, y afectó de manera directa a 2.600.000 habitantes.
Las autoridades soviéticas sólo admitieron oficialmente 31 víctimas, pero se calcula que las emisiones radiactivas produjeron 32.000 muertos en los primeros diez años, y que 400.000 personas debieron ser desplazadas de sus lugares. La explosión del reactor nuclear provocó terribles efectos en la salud de la población: aumento de la mortalidad infantil, cáncer de tiroides, incremento de la cantidad de niños nacidos con leucemia, malformaciones, tumores y otras afecciones, que se transmitirán genéticamente. Además, el desastre causó la destrucción de cosechas enteras y la contaminación de alimentos.
Las centrales nucleares tienen elevados costos de construcción y mantenimiento, y además han demostrado no ser lo suficientemente eficientes. De todas maneras, el desencadenante para el cese de la construcción de algunas plantas en el mundo ha sido el accidente de Chernobyl, Ucrania.
Otro problema relacionado con los escapes nucleares, y no menos importante por sus consecuencias, es el destino de los residuos radiactivos. En un principio se había optado por verterlos en los fondos oceánicos. Pero pronto se demostró que el procedimiento era poco seguro.
Se han buscado distintas soluciones alternativas, y en la actualidad prosigue el debate. Tal vez el mejor de los métodos propuestos sea el almacenamiento subterráneo, hermético y sin término establecido.
Incendios forestales
Anualmente el hombre desmantela cerca de 12.000.000 de hectáreas de bosque tropical. Sin embargo, esta reducción no es la única que sufren las áreas forestales de nuestro planeta; a ella debe agregarse la explotación desmedida que padecen otros tipos de bosques y la pérdida que ocasionan los incendios.
Más de 7.000.000 de hectáreas de selvas, bosques y matorrales se destruyen anualmente por esta causa. Entre los factores que favorecen este fenómeno se encuentran las altas temperaturas, las sequías y gran falta de humedad y los vientos fuertes y secos que contribuyen a la dispersión del fuego. Lo que empieza siendo una chispa, rápidamente se convierte en un foco de fuego que avanza y no se puede detener ni controlar.
En el modo de avance de un incendio forestal se pueden distinguir tres sectores. El nivel más alto, el del fuego que ocurre en la copa de los árboles, es decir donde están las ramas y las hojas, es el de avance más rápido y el más difícil de controlar. A nivel medio, donde crecen los arbustos, el fuego avanza menos rápidamente pero afecta no sólo a éstos sino también al estrato herbáceo -malezas y matas-. En el nivel inferior, por debajo del suelo, el avance se da a un ritmo mucho más lento, pero el daño que ocasiona el fuego cuando llega a esta parte es mayor que en cualquier otro nivel, ya que quema las raíces y carboniza el humus causando pérdidas irreparables.
En muchas ocasiones los incendios se originan de manera natural o a veces en forma controlada, pero, no en pocas oportunidades estas catástrofes ocurren por descuido, en especial en zonas turísticas naturales o en áreas protegidas donde el hombre vive en estrecho contacto con la naturaleza haciendo campamentos y vida al aire libre.
La capa de ozono presenta un área llamada agujero de ozono en donde la concentación de este gas alcanza los niveles más bajos. Esta área está ubicada sobre la Antártida.
La Tierra está rodeada por una masa de aire formada por varias capas, que recibe el nombre de atmósfera. Ésta constituye un verdadero escudo protector que, al filtrar determinadas radiaciones solares mortíferas, hace posible la vida. La atmósfera también proporciona oxígeno y desempeña un papel importante en el transporte de energía, y en el equilibrio térmico entre regiones cálidas y frías.
Estratos atmosféricos
En la atmósfera terrestre se distinguen estratos o capas de distinta composición, que presentan variaciones importantes de presión y temperatura.
La capa inferior es la troposfera, que llega hasta 10 km. de altitud aproximadamente, y soporta los cambios meteorológicos más considerables. Conviene tener en cuenta que es en la troposfera donde se desarrolla prácticamente la totalidad de las actividades humanas. Al nivel del mar, la presión atmosférica es de alrededor de 1.000 milibares, y la temperatura, aunque depende de la posición respecto del ecuador, no suele superar los 30º C. Presión y temperatura van disminuyendo a medida que se asciende. En los límites de la troposfera se registran -60ºC.
Entre los 10 y los 50 km. se ubica la segunda capa atmosférica, la estratosfera. En ella se registra un aumento de la temperatura, que llega a 0º C, por la presencia de ozono, un gas que se dispone en forma de capa y absorbe buena parte de las radiaciones provenientes del espacio exterior. La presión sigue disminuyendo en la estratosfera.
La tercer capa es la mesosfera, ubicada entre los 50 y los 90 km. Se produce un nuevo enfriamiento, registrándose las temperaturas atmosféricas más bajas.
Desde los 90 hasta los 400 km. se ubica la ionosfera, denominada así por la presencia de partículas eléctricas de origen solar, que son el resultado de la ionización (disociación de las moléculas de oxígeno en átomos con energía eléctrica). La temperatura asciende bruscamente, hasta alcanzar los 950'C.
El calentamiento global de la Tierra se produce por la alteración del efecto invernadero, un fenómeno natural e imprescindible paa la vida en nuestro planeta.
Las dos capas siguientes de la atmósfera son la metasfera, entre los 400 y los 720 km., y la protosfera, entre los 720 y los 1.000 km. La presión atmosférica desaparece prácticamente a los 720 km. de altitud. En ambos estratos ya casi no existen otros gases que hidrógeno y helio. Más allá de la metasfera comienza el espacio exterior propiamente dicho.
Desde el comienzo de la llamada Revolución Industrial, a fines del siglo XVIII, la actividad humana ha provocado graves alteraciones en la atmósfera. Gases extraños provenientes de chimeneas, caños de escape de automotores y aerosoles la invaden continuamente y modifican su composición. Este proceso ha dado lugar, fundamentalmente, a tres fenómenos: la destrucción de la capa de ozono, el efecto invernadero y la lluvia ácida.
El ozono, un filtro eficaz
La capa de ozono es un verdadero filtro de las peligrosas radiaciones ultravioletas que emite el sol. Está compuesta por ozono, un gas cuyas moléculas contienen tres átomos de oxígeno. Si esta delgada faja de nuestra estratosfera desapareciera o se deteriorara, las consecuencias para los seres vivos serían catastróficas. En primer lugar, quedaría destruido el fitoplancton, con la consecuente alteración de la cadena trófica en los océanos, que pondría en peligro a todos los organismos marinos. En el hombre, las radiaciones provocarían serios daños, entre ellos el incremento de los casos de cáncer de piel, el debilitamiento del sistema inmunológico y numerosos trastornos de la visión.
En 1974 se descubrió que los clorofluorocarbonos (CFC) eran los principales responsables del adelgazamiento de la capa de este gas, que llega a rasgarse en lo que se ha llamado agujero de ozono. Los CFC son gases que la industria emplea en gran cantidad; por ejemplo, en los equipos de refrigeración y como medio de propulsión de los aerosoles.
Pronto se comprobó que la destrucción de esta capa alcanza sus mayores niveles sobre la Antártida, durante la primavera del hemisferio Sur. A fines de la década del '80 los países industriales pactaron en Montreal, Canadá, reducir la fabricación de CFC 50% para el año 2000. El esquema previsto comenzó a aplicarse, pero ni la Conferencia de Río de Janeiro en 1992 ni la de Tokio en 1997 lograron que esa posición se mantuviera inalterada. Los gobiernos afrontan crecientes presiones por parte de las industrias que se consideran directamente perjudicadas: la reducción en la elaboración de envases con aerosoles sigue ahora un ritmo mucho más lento. Además, existe gran resistencia a invertir en investigación y en la adopción de nuevas tecnologías.
El efecto invernadero
El efecto invernadero es en principio un fenómeno natural, normal e imprescindible para el desarrollo de la vida. Su existencia hace posible que en la Tierra reinen temperaturas adecuadas para la supervivencia de los organismos vivos. Pero este hecho natural puede convertirse en pernicioso, si es exacerbado por la actividad del hombre.
Funciona como los cristales de un invernadero de jardín. En esas construcciones, las radiaciones solares penetran a través de los vidrios y generan calor en el interior; cuando el sol se oculta, el calor no sale con facilidad, por lo que la temperatura del invernadero es notablemente más alta que la exterior.
En escala planetario, la atmósfera refleja -es decir, rechaza- parte de las radiaciones solares; otra parte es absorbida por la propia atmósfera y, en última instancia, por la superficie terrestre, que también rechaza una parte en forma de radiaciones infrarrojas.
Cuando en la alta atmósfera existe un obstáculo, esas radiaciones no vuelven al espacio exterior, sino que son retenidas.
La función de los vidrios del invernadero es cumplida en ese ámbito por ciertos gases, en los que las radiaciones infrarrojas rebotan y vuelven a las capas atmosféricas bajas.
Si por alguna razón se incrementara la presencia de esos gases en la atmósfera, habría más cantidad de rayos infrarrojos rechazados. Ello produciría calor y generaría un calentamiento global de la Tierra.
Las consecuencias del efecto invernadero son la desestabilización del clima en el planeta y la fusión de parte del hielo hasta ahora inmovilizado en los casquetes polares. Los cambios climáticos ya pueden ser percibidos, en forma de huracanes, olas de calor y sequías. Pero lo más importante es que el deshielo generalizado de las regiones polares implicaría un aumento del nivel de los océanos, con el consiguiente anegamiento de las costas bajas de los continentes.
La lluvia ácida
Las centrales termoeléctricas y los grandes complejos industriales emiten óxidos de azufre y de nitrógeno, que reaccionan con el vapor de agua presente en el aire y forman los ácidos sulfúrico y nítrico. La lluvia ácida es el resultado de esas reacciones químicas; consiste en agua de lluvia muy contaminada, que no necesariamente se precipita sobre los mismos lugares donde se originó. La acidificación del suelo perjudica varios tipos de cultivos: el agua ácida arrastra del suelo sales minerales de potasio, calcio y magnesio, necesarias para el crecimiento de las plantas.
En el hombre, este fenómeno es causa de distintas afecciones en el aparato respiratorio. En las ciudades la lluvia ácida provoca corrosión de edificios y monumentos. También disuelve metales tóxicos de las tuberías, como el cloro y el plomo, que pasan al agua potable.
El continente más castigado por la lluvia ácida es Europa, que ya tiene severamente dañados sus principales bosques.
En torno a los dos polos de la esfera terrestre se extienden las regiones polares. Los casquetes polares se encuentran limitados por los círculos polares Ártico, a los 66º 33' de latitud Norte, y Antártico, a la misma latitud en el hemisferio Sur. Ambas regiones están en su mayor parte cubiertas de hielos, producto de la acumulación de nieve invernal que no alcanza a ser fundida por la luz solar durante el verano. Son características de los mares polares las grandes masas de hielos llamadas icebergs, bloques que por estar situados al borde de las costas se desprenden y comienzan a flotar a la deriva, hasta que desaparecen confundidos con el agua del mar.
El clima polar
En los polos, por la posición de la Tierra respecto del Sol, los rayos bajan oblicuamente. En consecuencia, no logran ser absorbidos totalmente por el suelo, y un gran porcentaje del calor es rechazado por reflexión. Las temperaturas son muy rigurosas; en muchos sitios, no alcanzan valores por encima de cero ni siquiera en verano. Las marcas extremas que se han registrado son de -88º C en la Antártida, y -50º C en el Ártico.
Otra característica es que en ambas áreas, a medida que se está más cerca de los polos, los inviernos son más oscuros y los veranos más luminosos. En las zonas polares, verano e invierno duran seis meses, y durante la estación más fría el Sol no asoma en el horizonte.
La vida en el Ártico y el Antártico
En su sector continental, el Ártico comprende los extremos septentrionales de América del Norte (Alaska, Canadá y Groenlandia), Europa (países escandinavos) y Asia (Rusia)
El hecho de que los fríos no sean tan extremos en la región ártica se debe a que la mayor parte de ésta, a diferencia de la Antártida, está ocupada por el mar. La masa de agua oceánica absorbe mejor el calor durante el largo verano.
El animal más conocido de este bioma es el oso polar, el mayor carnívoro viviente. Puede llegar a pesar 800 kg., y se alimenta sobre todo de focas y peces. Cuando no consigue atraparlos, come musgos y líquenes.
A diferencia del Ártico, la Antártida es un verdadero continente, de unos 14.000.000 de km2.
Apenas 7.600 km2 de esa extensión quedan libres de hielo; el casquete glacial tiene en algunos sitios hasta 4 km. de espesor. La vida vegetal se reduce a líquenes y musgos. Sin embargo, hay dos especies de plantas con flores. Ambas crecen en la Península Antártica, el extremo más cercano a América del Sur, más cálida y húmeda que el resto del territorio. Los líquenes surgen en las superficies desnudas de las rocas. Son muy resistentes al frío y a la sequía; obtienen agua de la nieve fundida, y nutrientes de excrementos de aves, transportados por el viento.
Ante la escasa vegetación, no existen mamíferos terrestres. El animal terrestre de mayor tamaño mide 0,5 cm: es una mosca sin alas, que en verano habita en los charcos de agua dulce. Allí se encuentran también diminutos crustáceos, junto con protozoos y otras formas vivientes sencillas.
Los pingüinos son aves no voladoras que anidan y viven en grandes colonias cerca de las costas.
Son torpes en tierra, pero muy hábiles nadadores y buceadores. El pingüino emperador es la especie más bella y de mayor tamaño. Otras aves típicas de la región son los albatros y los petreles. Poseen alas alargadísimas y angostas que les permiten planear, en un vuelo continuo sobre la superficie del mar.
Sólo descienden al agua para alimentarse de peces y calamares o para reposar. En tierra firme se posan sobre prominencias rocosas, pero únicamente durante el período de reproducción.
A pesar del frío extremo y la larga noche polar, se pueden econtrar en estas regiones innumerables especies, como osos polares, focas ballenas, pingüinos y otros.
Seis especies de focas habitan la región; en el siglo XIX han visto drásticamente reducida su presencia por las cacerías desatadas para aprovechar su piel y su grasa. Otro poblador típico de las aguas antárticas es la ballena, igualmente amenazada por la captura indiscriminada con fines industriales.
Se ha prohibido la pesca de algunas de sus especies, como la de la ballena azul. Para otras sólo se permite, como en el caso de las focas, la captura con fines científicos. En los fondos marinos antárticos existe gran riqueza en peces, que se alimentan sobre todo de kril. Se llama así al zooplancton, formado por varias especies de crustáceos marinos.
El kril desempeña un papel importantísimo en la cadena alimentaría, por lo que el exceso de su pesca podría introducir peligrosas modificaciones en los biomas marinos.
El continente antártico es de gran valor ecológico, pues participa en la regulación del clima en todo el planeta, y en el flujo de las corrientes oceánicas. El riesgo de la alteración de un ecosistema de tal importancia impulsó, a partir del Tratado Antártico de 1959, la acción de muchos grupos de científicos, ecologistas y ciudadanos comunes que propician declarar a la Antártida reserva ecológica de la humanidad.
Más del 14% de la superficie del planeta está ocupada por desiertos, situados principalmente en áreas vecinas a los trópicos. En este bioma el factor limitante es el agua: las precipitaciones no llegan a los 250 mm por año, mientras que la temperatura media anual es de 30'C. Los desiertos no son regiones muertas. Después de una lluvia repentina, una superficie arenosa se puede poblar de plantas, flores y pequeños animales.
La vegetación dominante e herbácea y de carácter xerófilo, es decir, adaptadas a la sequedad del ambiente. La lejanía del mar hace que los vientos marítimos lleguen despojados de humedad en los desiertos continentales fríos, como el de Gobi, en Mongolia.
También aportan sequedad las corrientes marinas frías que pasan por las costas de algunos continentes formando desiertos de franja, como el de Atacama, en Chile. En los desiertos tropicales cálidos, cuyo ejemplo típico es el Sahara, la escasez de vapor de agua en la atmósfera hace que un 90% del calor del sol llegue hasta el suelo.
De noche, la temperatura baja con rapidez porque ese calor se disipa en la atmósfera.
El Sahara
El desierto más extenso del mundo es el Sahara.
Se extiende sobre casi 9.000.000 de km2, en el norte de África y en la península Arábiga. Registra las temperaturas máximas del planeta (hasta 58º C), y tiene tres tipos de terreno: hamadas o mesetas rocosas, regs o desiertos de piedras, y ergs o extensiones donde la arena forma médanos o dunas de hasta 200 m de altura. En tiernpos antiquísimos el Sahara disponía de agua en cantidad suficiente, con flora y fauna muy ricas, según lo atestiguan pinturas sobre rocas de hace unos 5.000 años.
Los suelos de los desiertos son, en general, sumamente áridos y están compuestos de arena. A pesar de la dureza de las condiciones, donde surge el agua de las napas profundas aparecen los oasis, muy ricos en vegetación.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LOS DESIERTOS
La lluvia, fuente de vida
En general, las lluvias no guardan un ritmo estacional.
Algunos desiertos reciben más precipitaciones en invierno; en otros, puede no llover durante diez años. Las semillas sobreviven protegidas por sus duras cortezas; cuando llueve, siempre torrencialmente, germinan con rapidez. Rápidamente las plantas crecen, florecen y generan nuevas semillas. Las que no mueren enseguida deben resistir el clima seco y, por un mecanismo de adaptación a la sequía, absorben y conservan agua.
El cacto americano, por ejemplo, la almacena en su tallo; las hojas, transformadas en espinas, no eliminan agua y defienden a la planta. El proceso de fotosíntesis tiene lugar en las células superficiales del tronco. En general, las plantas del desierto tienen raíces muy profundas para captar la humedad subterránea, y crecen muy alejadas unas de otras para aprovechar mejor el agua.
Con la vida vegetal se renueva también la fauna. Aparecen numerosos insectos, arañas, escorpiones y ciempiés. En los charcos que se forman temporariamente se activan huevos de crustáceos que han estado largo tiempo -a veces, décadas- en estado latente. Ranas y sapos se multiplican, y al evaporarse el agua se entierran para escapar del calor. En los reptiles del desierto, las escamas evitan la pérdida de agua. Los mamíferos que prevalecen son roedores excavadores, que se alimentan de semillas. Poseen patas posteriores fuertes, con las que saltan y se desplazan rápidamente. La rata canguro vive en los desiertos americanos; el jerbo y la rata del desierto, en África, y el canguro marsupial en Australia. Sólo en las cercanías de los charcos pueden subsistir algunas especies de herbívoros. Ciertas cebras africanas detectan la presencia de aguas subterráneas, y construyen sus bebederos excavando con las pezuñas.
El camello y el dromedario, típicos de los desiertos de África y de Asia, pueden pasar largos períodos sin beber. En caso de necesidad sufren la transformación de las células grasas de la joroba, que proporcionan agua al organismo. Esas reservas de grasa pueden superar los 100 kilogramos, y por estar concentradas en la joroba no transmiten calor al cuerpo.
Los Oasis
En los desiertos de Asia y de África se llama oasis a los islotes de vegetación y concentración faunística. Su ubicación a lo largo del territorio determinó, en tiempos prehistóricos, las migraciones humanas y las rutas de las caravanas. En sus márgenes surgieron aldeas y ciudades. Un oasis es una fuente permanente de agua potable, un manantial junto al cual crecen palmeras, olivos y árboles frutales, y se pueden desarrollar actividades agrícolas y de cría de ganado. En varios países africanos y asiáticos se ha intentado, con éxito, crear oasis artificiales mediante la extracción del agua de las napas profundas.
A pesar de la sequedad y el calor extremos, los desiertos no son regiones muertas. Al atardecer o cuando cae la noche, comienzan a mostrarse aves, reptiles, roedores.
El hemisferio Norte contiene dos biomas típicos, que se extienden, uno a continuación del otro, entre las regiones polares y los biomas situados más al sur. Ellos son la tundra, carente de vegetación arbórea, y la taiga, bosque principalmente de coníferas.
La tundra
El nombre de tundra se aplica, sobre todo, a las regiones árticas de Asia que se encuentran entre los hielos perpetuos al norte y los bosques de la taiga al sur. El suelo de la tundra permanece helado durante la mayor parte del año, y se deshiela parcialmente en verano. El agua se acumula entonces en cenagales y pantanos.
En la tundra, el factor limitante es la temperatura. El promedio de precipitaciones anuales es bajo, alrededor de 250 mm, y la temperatura máxima no supera los 10 º C. El subsuelo presenta una capa helada permanente, cuyo espesor varía según la estación. Esta capa de suelo recibe el nombre de permafrost.
El suelo de la tundra se descongela sólo 2 o 3 veces al año, originando pequeños espejos de agua. El subsuelo, llamado permafrost, está permanentemente helado.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA TUNDRA
En la tundra, las formas de vida dominantes son los musgos y los líquenes. A pesar de las escasas lluvias, ambas formas crecen bien, porque la evaporación es casi inexistente y hay gran concentración de humedad.
El suelo, pobre en sustancias orgánicas, presenta escasez de nutrientes. Toda la tundra es zona de turberas, depósitos de un combustible fósil, la turba, formado por residuos vegetales que se acumularon durante miles de años en los pantanos. Por el intenso frío, el proceso de descomposición es muy lento y la formación de suelo fértil resulta escasa.
La fauna de la tundra también presenta poca diversidad. Las dos especies principales son el reno, en Europa y Asia, y el caribú en América. Se trata de animales muy parecidos que, muy probablemente, descienden de un antepasado común.
Son mamíferos rumiantes de la familia de los cérvidos, y viven en rebaños.
Aproximadamente, tienen un metro y medio de alzada (la altura de un cuadrúpedo, medida desde el suelo hasta la parte más alta del lomo). Su pelaje, muy tupido, cambia del gris pardo al blanco, en invierno. Poseen astas, con las que excavan en la nieve en busca de los líquenes, su alimento.
Migran periódicamente, de acuerdo con los ciclos de reproducción de las formas de vida de las que se nutren. Los renos se domestican, y sirven como animales de tiro y carga. Otros mamíferos que se alimentan de plantas y líquenes son los lemmings, especies de ratas de campo.
Hay también liebres árticas, lobos, zorros, linces y osos polares, y hasta un tipo de bovino silvestre adaptado al frío intenso, el buey almizclero. Muchos de estos animales hibernan, es decir, entran en estado de letargo invernal, después de haber acumulado reservas en su organismo durante la breve temporada cálida.
Es mayor la variedad de aves: se encuentran búhos nivales, palmípedos como el ánsar y el colimbo, y el halcón más grande que se conoce, el gerifalte. Otras aves provienen del sur, y encuentran en la tundra las condiciones necesarias para anidar y reproducirse.
Durante los escasos días veraniegos hay también jejenes y mosquitos. Es sorprendente que en zonas tan frías estos insectos lleguen a reproducirse hasta formar enjambres gigantescos. En la corta temporada de verano, parte de la nieve acumulada se derrite, el subsuelo de la tundra, helado durante todo el año, impide el drenaje y se forman charcos y pantanos.
El agua estancada alcanza entonces temperaturas suficientes para la reproducción de las larvas de los mosquitos.
Tradicionalmente, la tundra ha estado habitada por esquimales -cazadores y pescadores- y por pastores de renos, que siguen desplazándose desde los bosques, en busca de alimento para sus rebaños y alcanzan la tundra en la época menos fría del año. Es interesante observar que la vida de estos pueblos evoca en cierto modo la del llamado Hombre de Cro-Magnon, un antecesor del hombre actual que habitó la región de Dordoña, en el sur de Francia, hace unos 30.000 años.
El suelo de la taiga, sometido a menor frío que el de la tundra, permite el desarrollo de especies arbóreas, como las coníferas
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA TAIGA
Esa zona, templada en la actualidad, era tundra en aquellos tiempos. Los descubrimientos arqueológicos y las pinturas de las cuevas en que vivían muestran similitudes con grupos esquimales de la tundra actual.
La taiga
En Asia, al sur de la tundra y al norte de la estepa se encuentra una formación boscosa de clima frío, con predominio de coníferas.
Este bioma del norte de Siberia, que ha sido llamado taiga, aparece también en la región del mar de Hudson, al norte del Canadá.
En la taiga, los factores limitantes son la temperatura y el agua. La temperatura media es de 19º C en verano, y -30ºC en invierno; el promedio anual de precipitaciones alcanza a 450 mm.
En toda esta zona crece el bosque boreal, favorecido por climas menos rigurosos que los de la tundra y por un suelo que sufre menos el efecto de las nevadas. Los países escandinavos, Siberia y Canadá presentan bosques de abetos, pinos y alerces, y de abedules.
La fauna está compuesta por animales que resisten el frío, muchos de los cuales hibernan: alces, bisontes, lobos, osos, martas, linces, ardillas, marmotas, castores, lemmings y venados.
Cuando la pradera, de hierbas altas y abundantes, se extiende a zonas donde las precipitaciones son escasas, deriva en terrenos cubiertos por hierbas más bajas y menos numerosas. Lo que fue pradera asume así las características de estepa.
Suele definirse la estepa como un desierto frío, para diferenciarla de los conocidos desiertos tórridos. La estepa es un bioma típico de las regiones más alejadas del mar, por lo que su influencia moderadora de las temperaturas es escasa o nula. El clima es árido y netamente continental, es decir, con temperaturas extremas: la media anual es de -12ºC. La amplitud térmica anual -diferencia de temperatura entre invierno y verano- es grande; los veranos son secos y los inviernos, largos y fríos. El factor limitante es el agua: la media anual de precipitaciones llega a 250 mm. Estos rasgos hacen que este bioma aparezca como una gran extensión, con manchones de hierbas bajas, zarzas espinosas y matorrales.
Los suelos que componen las estepas están poco desarrollados. Son ricos en elementos minerales pero con poca materia orgánica, por lo común menos que en las praderas.
Las distintas tonalidades que se observan en los suelos de la estepa se deben a los contenidos de óxidos de hierro, que si son elevados les dan una coloración rojiza. En general son suelos duros porque nunca han sido roturados.
Los suelos de la estepa son poco profundos, esto se debe a las escasas lluvias, ya que el agua es uno de los factores responsables del desarrollo de los suelos, junto con la temperatura y la roca madre o material a partir del cual se desarrolla.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LAS ESTEPAS
Hierbas y arbustos
La vegetación de la estepa es del tipo xerófilo, que se caracteriza por su adaptación a la escasez de agua: aunque los tallos se sequen la planta se mantiene con vida debajo de la tierra. Las escasas precipitaciones no permiten el desarrollo de pasturas; predomina la vegetación herbácea con arbustos aislados.
Son comunes las gramíneas, los arbustos espinosos, las hierbas y matas aromáticas. Prosperan plantas con raíces profundas, que se desarrollan muchos metros bajo tierra, en busca de las napas de agua.
Otros vegetales presentan raíces que crecen en forma de bulbos o tubérculos, donde se acumulan reservas de líquido y de sustancias nutritivas que utilizan al rebrotar en la estación favorable.
Algunas plantas propias de estas regiones semidesérticas son las matas espinosas, el pistachero, el esparto y la artemisa blanca. Las hojas de esparto son empleadas en la industria para hacer sogas, esteras y pasta para fabricar papel; las de artemisa, para fines medicinales. En la estepa asiática crecen el ajenjo negro -aromático y medicinal- el ranúnculo -que es una hierba venenosa-, la hierba crestada, la juncia, la gagea y la espiguilla azul.
Pocos animales
Los animales que habitan esta región son el caballo de Przewaiski, el águila de las estepas, la grulla damisela, el antílope saiga, la avutarda, el spalax menor, el hámster y la marmota bobac.
Son especies adaptadas a soportar los veranos calurosos y los inviernos fríos y secos. El antílope saiga, por ejemplo, es un mamífero cuyas fosas nasales están desarrolladas de modo que pueda filtrar el aire frío y polvoriento. La grulla damisela es un ave migratoria, que se traslada hacia la estepa desde otros ambientes en la estación estival.
El frío y el calor intensos, además de impedir el desarrollo vegetal, obligan a los animales a migrar en busca de cualquier pozo de agua fangosa. En primavera y otoño llegan las lluvias, breves y muy violentas, tras las cuales el terreno se satura de agua. Es el momento en que crece la hierba; los escasos árboles, muchos de ellos con forma de botella, llenan sus troncos para disponer de reservas.
Durante las lluvias, los pocos riachos de la estepa pueden convertir sus lechos secos en torrentes turbios e impetuosos en apenas diez minutos. Finalizada la temporada de lluvias, volverá la sequía durante varios meses.
La vida del hombre no se ve favorecida en las estepas. Sin embargo, es en esas regiones donde se originaron las civilizaciones más antiguas. Su tarea principal era la extracción de agua del subsuelo mediante pozos y su traslado a través de largos acueductos.
Animales como el coyote se adaptan perfectamente a vivir en las estepas, donde recorren largas distancias en busca de agua y alimentos.